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¿Qué está pasando con el Bitcoin?

¿Qué está pasando con el Bitcoin?

El pasado 26 de noviembre la cotización de Bitcoin se desplomaba un 9% en una sola jornada, pasando de 18.769,40 USD a 17.076 y frenando en seco la tendencia alcista observada desde principios de septiembre. Sin embargo, en los días siguientes la criptomoneda recuperaba con fuerza su cotización en los mercados y apenas cuatro días más tarde ya había superado el pico anterior.

 
Una trayectoria impredecible


Esta caída tan abrupta en el precio de Bitcoin no es otra cosa que un reflejo del alto grado de volatilidad al que siempre ha estado sujeta esta criptomoneda, desde que su primer bloque de unidades fue «minado» el 3 de enero de 2009. La suya es una historia de éxito si atendemos a su evolución en el mercado (comenzó vendiéndose a unos 0,2 USD), pero también marcada por fuertes correcciones. Todo ello ha convertido a Bitcoin en una gran oportunidad para los inversores, especialmente aquellos más dispuestos a sacrificar la seguridad de sus carteras con tal de potenciar su rentabilidad.

 

Los últimos años no fueron la excepción a la tendencia general, y también estuvieron marcados por una fuerte volatilidad. Después haber alcanzado un máximo de 19.650,01 USD a finales de 2017, el año 2018 registró una tendencia a la baja en forma de dientes de sierra, es decir, con revalorizaciones esporádicas. El pasado ejercicio, el 2019, también fue testigo de un comportamiento difícil de predecir para el precio de Bitcoin: después de un primer trimestre estancado, creció con fuerza en menos de 2 meses, para volver a ceder terreno en el resto del año. En 2020 la tendencia parecía haberse invertido, pero el derrumbe de las bolsas del mundo en marzo a causa del COVID-19 acabó arrastrando también a la criptomoneda, que acabó perdiendo el 44,72% de su valor en apenas 10 días.

 
No obstante, los precios de este activo financiero volvieron a sorprender a los analistas con una recuperación relativamente rápida en el segundo trimestre del año y, tras alternar con algunos periodos de estancamiento, han protagonizado un auténtico «rally» desde finales de septiembre. Este crecimiento hasta niveles históricos se vio a su vez frenado por una caída repentina del 9% el 26 de noviembre, alimentando las dudas de los inversores sobre la seguridad que puede proporcionar Bitcoin.

 

¿Por qué ha caído Bitcoin?


Las explicaciones al respecto son variadas pero no excluyentes, lo que indica que posiblemente la contracción del precio de la principal criptomoneda del mundo se deba a una interacción compleja de diversos factores. En primer lugar, la subida del coste de financiación en los contratos de futuros desde principios de noviembre puede ser interpretada como una señal de que los mercados se están «sobrecalentando» y que el momento de recogida de beneficios está cerca.

 

No se trata de una cuestión menor, ya que un aumento del coste de las operaciones de futuros suele indicar que los inversores están menos dispuestos a sacrificar su capital a corto plazo a cambio de rentabilidad futura, y que, por tanto, crece la valoración relativa de la seguridad y la liquidez. Por ese motivo, un fenómeno como el experimentado por los futuros en noviembre precede frecuentemente a periodos de tendencia bajista en el que los agentes del mercado priorizan la recogida de beneficios.

 
Otro motivo posible son los rumores de que el Departamento del Tesoro de Estados Unidos podría estar preparando restricciones sobre el uso de Bitcoin. Si bien hasta la fecha no han sido confirmados, podrían haber sido suficientes para acabar de convencer a los tenedores de criptomonedas más prudentes a tomar posiciones cortas.

 

Un tercer factor a tener en cuenta es el carácter anticíclico que tantas veces ha mostrado Bitcoin a lo largo de su historia. Recordemos que entre el 20 y el 25 de noviembre, el índice S&P 500 subió un 2,02% acumulado, el Nasdaq 100 lo hizo un 2,06% y el Dow Jones Industrial un 2,08%. Algunas bolsas europeas también registraron subidas en ese mismo periodo, como el DAX alemán y el IBEX 35 español.

 

Uno de los casos más paradigmáticos de esta euforia bursátil, encabezada por las empresas tecnológicas, es el de Tesla; con un crecimiento en el precio de sus acciones de un 17,24%. También se han registrado fuertes subidas en Google, Amazon y Facebook.

 

En principio, sería difícil argumentar que una tendencia alcista en las bolsas pueda explicar un derrumbe de Bitcoin, pero es posible entender lo ocurrido si analizamos todos estos factores en su conjunto. Como ya hemos mencionado, la mayor criptomoneda del mundo puede mostrar un carácter anticíclico pero no se trata de un valor necesariamente de esta naturaleza. A principios de año, sin ir más lejos, creció acompañando el optimismo de los mercados en enero, y en marzo se desplomó, arrastrado por la caída generalizada en las bolsas de todo el mundo.

 

Deberíamos, por tanto, buscar una explicación en el contexto general de los mercados financieros a finales de noviembre. En un entorno donde los inversores se vuelven relativamente más reacios a comprometer recursos a largo plazo, un rumor negativo sobre Bitcoin puede asustar a muchos tenedores de la criptomoneda empujándolos a vender. En una situación así, el crecimiento de otros valores podría haber actuado como catalizador al ofrecer mejores alternativas de inversión para quienes operan en los mercados financieros.

 
Los días posteriores al 26 de noviembre atestiguaron una fuerte revalorización de Bitcoin, pero no fueron suficientes para rebatir la constatación de que se trata de un activo caracterizado por su volatilidad. Ello no significa que deje de ser atractivo para todos los inversores, pero sí algo menos para aquellos que sean más propensos a sacrificar rentabilidad a cambio de seguridad.

 

¿Es realmente un refugio para los inversores?

 

«La grandes ventajas del oro y las criptomonedas son su amplia aceptación en el mundo, la rigidez de su oferta y el hecho de no estar sujetos a decisiones arbitrarias de ninguna autoridad monetaria».

 

Todo ello, hace que hoy exista un amplio debate entre los economistas sobre si podemos considerarlo realmente un valor refugio. El principal argumento en contra de esta hipótesis es precisamente el alto grado de volatilidad que ya hemos mencionado, ya que la posibilidad de obtener grandes beneficios se ve en cierta medida compensada por fuertes pérdidas que con cierta regularidad aparecen de forma repentina. Otra razón podría ser que, con frecuencia y como ha ocurrido en el primer trimestre de 2020, su evolución puede ser de carácter cíclico.

 

Por el contrario, muchos analistas argumentan que, a pesar de los factores mencionados, Bitcoin supone un valor refugio para los inversores que están dispuestos a apostar por las criptomonedas. En un artículo anterior ya comentamos cómo en numerosos países de Sudamérica este activo se está apreciando a gran velocidad debido a la inestabilidad de las monedas de la región. Con algunos matices, podemos extender este razonamiento al resto del mundo, aunque lógicamente cabe esperar que este fenómeno se vea atenuado en los países con divisas más sólidas.

 

En este sentido, la gran ventaja que presenta Bitcoin es que cuenta con un límite máximo nominal. Es decir, que el número de unidades en circulación nunca puede superar los 21 millones. Esto significa que la oferta monetaria es fija y predecible, cosa que no ocurre con ninguna moneda que pueda imprimirse desde un banco central. En un contexto como el actual, donde las autoridades monetarias de todo el mundo apuestan por políticas expansivas, una divisa no sujeta a la arbitrariedad de los gobiernos puede suponer un importante refugio para los inversores.

 

Una posible constatación de que Bitcoin puede considerarse de esta forma, es su aparente correlación con el valor refugio por excelencia: el oro. La evolución conjunta de ambos valores llegó en el segundo trimestre del año a un máximo del 70%, y, si bien esta correlación se ha debilitado en noviembre debido a la volatilidad de la criptomoneda, ya son muchos los analistas que la recomiendan como una alternativa al metal áureo.

 

Las grandes ventajas de ambas son su amplia aceptación en el mundo, la rigidez de su oferta y el hecho de no estar sujetos a decisiones arbitrarias de ninguna autoridad monetaria, aunque Bitcoin tienda a ser más volátil y todavía deba afrontar grandes desafíos en el ámbito regulatorio. Por este motivo no faltan quienes hoy se preguntan si nos espera un futuro donde las transacciones internacionales estarán ancladas en criptomonedas de valor fijo, como ocurría bajo el patrón oro. Un escenario semejante es sin duda muy difícil de predecir, pero también lo era hace apenas 20 años imaginar realidades tan actuales como trabajar con robots o generalizar el teletrabajo en todo el mundo.



Fuente:
economipedia.com

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